viernes, 30 de noviembre de 2018

¿Meditar o no meditar? Esa es la cuestión




¿Meditar o no meditar? Esa es la cuestión
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A veces parece que la vida es una cuesta arriba infinita, sembrada de problemas y de retos a cual más desafiante…lo que ocurre es que nos estamos probando a nosotros constantemente, cocreando nuestra realidad para darnos las mejores oportunidades de aprender lo que necesitamos aprender. Lo malo es que cumplimos años y parece que estuviéramos moviéndonos en círculos, pues las circunstancias se repiten y vuelven a repetirse sin que seamos capaces de cambiarlas. Y es que el poder de cambiarlo está en nosotros, aunque nos  hayan enseñado desde  la infancia a creer que somos  como pequeños barcos zarandeados por los vientos de las circunstancias, sin posibilidad alguna de llegar a puerto excepto cuando esas circunstancias nos lo permita.

Pero esto no es cierto, amigo, amiga. Nuestro barco tiene una maravillosa brújula que es nuestra intuición; está guiado por un gran capitán, que es nuestra consciencia;  y está dotado de un poderoso motor, que es nuestra intención.

Para que estos tres elementos entren en acción y despertemos del sueño en que nos vemos inmersos, navegando sin rumbo y a merced de las tormentas/ circunstancias, necesitamos agarrarnos bien al timón, y este es la meditación.

El gran maestro del siglo XX que fue Osho, escribió un maravilloso  libro titulado  “De la medicación a la meditación”, en la que expone desde su perspectiva espiritual cómo la meditación es la base de la salud física y espiritual de todo ser humano. Y hay mucha bibliografía al respecto, pero el problema es que para recibir los beneficios de la meditación hay que meditar, y eso supone un esfuerzo que no todos estamos dispuestos a realizar.




La mente, durante la meditación, es acallada o al menos deja de ejercer la influencia suprema a la que está acostumbrada, con lo cual va a ser esta la primera interesada en convencernos de que no meditemos. Igual que dedicamos un tiempo diario a comer, al aseo , a dormir,  meditar es una necesidad básica  que sería recomendable al menos probar .

Yo empecé a meditar a los 22 años por problemas graves de salud. Empecé a ir a algunos cursos, entre ellos de Programación Neurolinguística y de Insight con la intención de salir de la angustia que sufría ante la perspectiva de la muerte.  Con mucha disciplina comencé a practicar en casa con cintas de audio y a leer libros sobre los beneficios de la meditación, y en  un tiempo no muy largo, yo diría que meses, comencé a notar  sus beneficios. Para empezar, conseguí relajar mi cuerpo a través de la respiración, hasta el punto de que en cuanto empezaba la práctica ya estaba completamente relajada. Con el tiempo empecé a disfrutar de momentos en blanco en que ya no escuchaba el parloteo constante de mi mente. Tenía facilidad para visualizar así que me adentraba fácilmente en las instrucciones que me daban los audios y conseguía entrar en estados alterados de consciencia muy potentes.

Pero ¿ qué ocurre cuando personas que nunca han meditado escuchan descripciones como estas? Algunas se sienten atraídas por la experiencia contada y se deciden a probar. El problema es que a veces no tienen la constancia y la paciencia necesaria para conseguir resultados  que les convenzan para seguir dedicando un tiempo de cada día a meditar. Otros, sin embargo, sienten miedo e incluso rechazo a practicarlo. La mala prensa  de la meditación  se debe seguramente a muchos factores, pero seguro que uno de ellos es el  innegable empoderamiento que te aporta, e imagino que esto hay a quien no le interesa. Como ya he dicho en otras ocasiones, un ciudadano débil es más manejable que uno que se siente seguro de sí mismo.

Este verano encontré un vídeo maravilloso que describía paso a paso todas las etapas que yo he conocido al meditar, excepto  la última: cuando mi cuerpo se prepara para hacer un viaje astral mi consciencia lo frena automáticamente, y me quedo ahí. Por un lado lo estoy deseando, pero por otro yo misma lo impido por temor a algo que aún desconozco.

Os dejo el enlace para que lo veáis. Os lo recomiendo. Dura casi una hora pero se hace muy corto por las imágenes tan cautivadoras y el texto que tiene. Si lo buscáis en inglés también está en You Tube: https://www.youtube.com/watch?v=wmDn2vGvc6I

Para aquellos que no comparten los argumentos espirituales o que no están interesados en tener experiencias de ese tipo, ha surgido una nueva tendencia meditativa avalada por la ciencia que no busca la relajación ni las experiencias místicas, y sin embargo ayudan a superar el estrés de una forma altamente eficaz. Seguro que muchos de vosotros habéis oído hablar de Mindfulness. Es una técnica basada en la atención plena que considera  meditar como reconocer y percibir  cualquier cosa o situación  que suceda ( ya sea agradable o desagradable) de una forma relajada y consciente,  basado en la respiración , prestando atención al momento  presente.

Lo esencial es que está refrendado por investigaciones científicas facilitadas por el avance de técnicas como el escáner cerebral. Lo que los monjes budistas y muchos monjes y monjas de toda la historia experimentaban  y  luego nos transmitían, es ahora evidente en una pantalla y contrastado con imágenes  que muestran la evolución y mejora de las capacidades del cerebro gracias a la meditación.  En Mindfulness hay cursos de ocho semanas , que es el tiempo que el cerebro necesita para mostrar rasgos evidentes de cambio positivo si se  practica meditación diariamente.

Hace cinco años leí un libro de un  bioquímico estadounidense que por problemas de salud comenzó a estudiar la neuroplasticidad o capacidad de la mente para modificar los circuitos que conectan las neuronas. En su libro “Deja de ser tú”, Joe Dispenza  argumenta  de manera científica que la mente crea la realidad y nos anima a desarrollar nuestro cerebro a través de la meditación. Según él, uno de los secretos para abandonar el hábito de ser el mismo de siempre es intentar ser mejor observador, ya siendo más metacognitivo (observar tus pensamientos), aquietando la mente o prestando más atención  a tu conducta y a las respuestas emocionales desencadenadas por los elementos de tu entorno. Pero la gran pregunta es : ¿cómo puedo hacerlo?  La respuesta es sencilla: con la meditación.

“Cuando tus pensamientos, ideas, acciones  y emociones  dejan de ser insconscientes y te das cuenta de ellos  mediante la atención, rompes las cadenas de ser el mismo de siempre y te conviertes en una persona nueva” Joe Dispenza.


Deja de ser tú (Crecimiento personal)

Si queremos  dejar de sufrir y abandonar el camino cuesta arriba de nuestra vida, si queremos encontrar  senderos de felicidad y paz mental, de salud física, aquí tenemos dos caminos que siendo diferentes nos llevan al mismo destino. La Meditación, ya sea entendida como un camino científico o como un camino espiritual, nos van a aportar  el mismo alivio de nuestro sufrimiento, la misma claridad mental, sueño reparador  y  eliminación de pensamientos recurrentes negativos   que todos necesitamos.

Habrá quien prefiera seguir medicándose, y es respetable, de hecho una cosa no excluye a la otra si alguien necesita una medicación concreta por una dolencia física concreta, pero es necesario que valoremos a posibilidad de al menos intentarlo. O al menos no rechazarlo de forma permanente.

Hay países como Inglaterra que se  han declarado Nación Mindfulness desde 2016 y han llevado estas enseñanzas al ámbito de la Salud, de la Educación, de las prisiones, del funcionariado, e incluso del Parlamento Británico.

Poco a  poco irán avanzando técnicas para lograr una mayor salud psíquica y física de la población, pues mente y cuerpo están unidos de forma inseparable como la ciencia también está empezando a demostrar. Los pensamientos crean emociones y esta provocan  reacciones físicas. Lo importante es que dichas reacciones sean de  salud y no enfermedad, de alegría y no de tristeza o depresión.

Abrámonos  a la meditación en todas sus formas y escuchemos con el corazón abierto  las experiencias de tantas personas que están siendo abrumadoramente positivas.

Un abrazo y adelante.
Namasté

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