Muestra tu alegría, estás de enhorabuena. La prueba está llegando a su fin. Todo el miedo acumulado en los días que has pasado en tu encerramiento necesita ahora ser transformado en luz. Durante la larga cuarentena has tenido tiempo para recorrer todas las estancias de tu casa, tanto la casa en la que vives físicamente como tu morada interna. Has recorrido todas tus habitaciones, has hecho limpieza de todo lo viejo y has abierto las ventanas para que entre la luz y la claridad en tu vida. Pero también has bajado al sótano, un lugar donde acumulabas lo que ya no te servía pero que guardabas por apego o añoranza. Si no has hecho esa limpieza profunda y necesaria en ese importante espacio de tu ser interno, es momento de hacerla. Sabes que al principio solo encontrarás desorden, polvo y mucha basura, pero cuando termines serás un persona nueva, renovada. Esta era una de las intenciones espirituales de la pandemia: tener tiempo para ti mismo y colocar de nuevo tus estancias internas, eliminando todo lo viejo. Como decía Einstein, si quieres hacer algo nuevo, hazlo diferente.
Este encerramiento obligatorio ( no podía ser de otra manera, porque voluntariamente no lo habríamos hecho) nos ha servido de reseteo mental y espiritual, un reinicio a una vida nueva. Si desconectamos de la información exterior que sólo nos trae miedo y preocupación por el futuro y conectamos con nuestro interior, veremos que todo ocurre por una razón. No hay casualidades en el Universo. No es casual que hayas caído enfermo, que no hayas tenido ningún síntoma, que hayas estado feliz o deprimido, que hayas perdido tu puesto de trabajo o que te hayas reencontrado con tus hijos, que vayas a separarte o que vayas a iniciar una nueva relación sentimental. Todo tiene un porqué y demuestra sabiduría el aceptar las cosas como son...porque de todas maneras es lo único que tenemos. Pero para que no se nos quede la sensación de tener que aceptarlo a la fuerza, aceptémoslo sabiendo que hay una razón sabia detrás de lo que nos ha ocurrido.
Ha sido una prueba mundial, y aún sigue siéndolo. Necesitamos ampliar nuestra visión de lo que ocurre a nuestro alrededor, aceptar y comprender lo diferente, crecer en compasión. Cada grupo humano tiene sus propios aprendizajes, nosotros como personas que hemos nacido en un mismo territorio hemos venido a aprender a ser respetuosos con ideas políticas diferentes, otros aprenderán a respetar diferentes ideas religiosas, a aceptar a personas de otras razas viviendo al lado de su casa, a hacer oír sus opiniones a pesar de las imposiciones de sus gobiernos, y así podríamos seguir observando los diferentes países, para encontrar un denominador común entre todos ellos: ofrecer amor y compasión al otro, que siempre será diferente a nosotros en algún sentido y sin embargo es nuestro igual.
Nunca tendremos más presente que Todos somos Uno. En otra vida hiciste el mismo papel que ahora hace aquella persona que menos te gusta. Los espejos están ahí, como una sala enorme para que nos paseemos a lo largo de toda nuestra vida reconociéndonos en todo lo que acontece a nuestro alrededor. Por ello os animo a abrir los brazos a todo lo que ahora os está molestando, que cambiéis el cristal con que lo estáis mirando, que aprendáis la lección que os trae y lo dejéis ir, sin reaccionar, sin implicaros emocionalmente, dejando que la negatividad se diluya y aparezca la luz y la positividad que esta situación de pandemia ha venido a regalarnos.
Practica la gratitud y reconoce la luz que hay en los otros, en todos ellos, sin excepción, pues todos somos "Hijos del mismo Padre". El viento del Cosmos lleva nuestras partículas, estamos todos conectados, respiramos el mismo oxígeno y compartimos las mismas ilusiones: lograr un planeta en paz donde cada uno de nosotros pueda desarrollar todos sus potenciales . Donde el denominador común empiece a ser la felicidad.