La curación Reiki se dirige a la persona entera. Al
intentar sanar una dolencia tal vez sanará otros órganos y niveles. El ser
humano posee un cuerpo físico denso, pero también otros cuerpos no visibles,
que son niveles de energía formados por ki que determinan el estado del cuerpo
físico. La curación es metafísica, pues va más allá de lo físico. Muchos
sanadores creemos que todas las dolencias físicas tienen su raíz en los planos
no físicos, en traumas emocionales, pautas mentales negativas o conflictos
espirituales. Para remediar el malestar será preciso descubrir y tratar esas
raíces.
Cada tránsito vital comprende una serie de
objetivos y metas que alcanzar y aprender, convenidas en existencias anteriores, en el período entre
vidas, con nuestros guías y en presencia de nuestro Yo Superior. Tal vez un
malestar o una experiencia negativa sean
una manera de alcanzar determinada
enseñanza. De esta manera todo cobra un mayor sentido. Esta es la Ley del
Karma, en que todo cuanto emitimos retorna a nosotros, y nosotros tenemos el
poder de subsanarlo. No hay un Dios vengativo dispuesto a hacernos daño. Somos
nosotros quienes optamos, de manera no consciente, llevados por nuestro libre
albedrío, por tener unas experiencias para aprender determinadas lecciones en este plano terrenal.
A veces necesitaremos experimentar el sufrimiento,
pero esto no debe entenderse como un castigo. Tampoco el hecho de que escojamos
nuestras enfermedades, porque tales elecciones y ajustes se realizan en la fase
previa a la encarnación y en ella no existen la conciencia ni la voluntad del
plano corporal.
El terapeuta Reiki ha de afrontar las fuentes
emocionales y el karma de sus pacientes de una manera suave, compasiva y
respetuosa, prestando atención a la persona que nos cuenta sus dificultades y
haciendo de la situación terapéutica un lugar seguro, en donde ella pueda
manifestar su ira o llorar. Cuando esto ocurra, el terapeuta colaborará
permaneciendo al lado de la persona que se desahoga, dejando que esta fase siga
su curso y manteniendo la posición Reiki de las manos así como la continuidad
del acto terapéutico. Al colaborar en el desahogo, contribuimos a la expresión
de las emociones causantes del malestar y ayudamos a sanar.
Aunque la situación pueda a veces asustarnos, es
muy beneficiosa para la persona que recibe el tratamiento. Por otra parte, el
Universo protector, presentará al terapeuta sólo aquellas situaciones que sea
capaz de asimilar. Las sesiones más intensas sobrevienen cuando se está más
preparado, para lo cual nos ayudan nuestros espíritus-guías de Reiki, que nos
acompañan desde el momento de nuestra iniciación.
Teniendo en cuenta el carácter protector de Reiki,
es poco probable que el terapeuta reciba los efectos del dolor o la alteración
emocional del paciente. En cualquier caso, es importante realizar ejercicios de
protección antes de realizar el proceso y lavarse con agua desde los codos
hasta las manos una vez finalizado el mismo, aunque sea con nuestros seres
queridos, pues es cuando tenemos más probabilidades de implicarnos en su dolor.
La sesión Reiki es impredecible, pero es seguro que
beneficiará a quien lo experimente. No lo es que vaya a curar una dolencia
determinada, ni vaya a dar ningún resultado concreto. Algunas de las
consecuencias de recibir un masaje Reiki son:
·
Alivia el dolor.
·
Acelera el proceso de curación.
·
Detiene hemorragias.
·
Relaja.
·
Reequilibra los chakras y la energía del aura.
·
Disminuye la tensión sanguínea.
·
Las emociones se sosiegan.
Todo lo demás depende de la Divinidad o Fuente de Energía y no es
predecible.
Es frecuente que personas entendidas en temas esotéricos se
pregunten si es legítimo curar a alguien, ya que la enfermedad puede formar
parte de su karma, y le privaríamos así de la oportunidad de aprender. Pero con
Reiki, el terapeuta no puede influir sobre el karma de un paciente y la energía
se utilizará para lo que se necesite según el plan global de la vida del mismo,
siempre teniendo en cuenta lecciones de karma que ha de aprender de su
experiencia personal.
Con Reiki no se puede dañar, pues es energía universal, energía de
amor. Se ofrece, y si es aceptada, hará solamente el bien, aunque a veces no
seamos conscientes del plano en que está surtiendo efecto.
El terapeuta no es responsable, por tanto, si no se produce ninguna
curación. Esa eventualidad se haya justificada si el karma del paciente
determina la necesidad de vivir plenamente el malestar, aunque desemboque en un
desenlace fatal, pues también la muerte puede entenderse como una curación.
Reiki no perjudica a ningún ser vivo cualquiera que sea su estado o
su circunstancia. Los ancianos, los bebés y los niños responden bien al
tratamiento, lo mismo que los animales de compañía y las plantas.
En los seres sanos, Reiki relaja y rejuvenece. Se equilibran los
hemisferios cerebrales y aumenta el flujo de ki . Cuando alguien va a morir,
ayuda a sobrellevar el proceso, pero no impedirá el tránsito de la persona o el
animal en su momento destinado. Sí, en cambio, servirá de ayuda y consuelo a
los seres queridos que lloran la pérdida.
Reiki puede usarse para tratar plantas, animales e incluso
situaciones. También puede enviarse a objetos, como joyas, comida, vehículos,
etc, debido a que toda materia tiene vibración. El agua absorbe la energía y la
mantiene durante varios días. Como el cuerpo humano es agua en su mayor parte,
el beber agua tratada con Reiki sirve como un excelente tratamiento de apoyo, y
se puede utilizar para cocinar y para regar las plantas.
Puede ocurrir que la persona tratada no crea en el tratamiento. Si
ella ha concedido su permiso y mantiene una actividad abierta, la curación se
producirá con o sin fe. Pero si hay un rechazo interior, la curación puede
bloquearse. Para algunas personas, aunque consientan someterse a la
sesión, la idea de una curación no
médica no entra dentro de sus parámetros mentales. Si el terapeuta lo detecta,
debe comunicar con suavidad esta observación al receptor.
Si tratamos a un paciente con un malestar agudo, una sola sesión
puede ser suficiente. Las afecciones graves y las dolencias crónicas suelen
requerir más sesiones. Conforme vaya recargándose la batería de una persona,
iremos reduciendo la frecuencia de las sesiones.
Realizo las sesiones con el apoyo de la terapia del sonido, utilizando el cuenco tibetano y el canto de armónicos con la intención de romper las cristalizaciones que se han creado en nuestro cuerpo emocional y en el mental, evitando que las mismas lleguen al cuerpo físico y se conviertan en dolencias.
La vibración del sonido es una técnica muy poderosa para sanar, haciendo vibrar a las células en otras frecuencias vibratorias diferentes a las que causan los malestares físicos y psíquicos.
Las sesiones duran 1 hora .
Pedir cita en el teléfono 667937039 a partir de las 17:30
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